Representante italiana del periodo Pop classico, una artista guiada por los sentimientos ha experimentado con diversos formatos y estilos sin caer en la banalidad del sentimentalismo.
Giosetta Fioroni, Roma, 1932
Su padre era escultor y su madre, la última exponente y única mujer del grupo artístico de la llamada Scuola di Piazza del Popolo, creaba teatros para marionetas. Quizás este antecedente fue decisivo para convertirse en una artista sensible, elegante, anticonformista y determinada.
Una artista que decidió ser llamada “pintor” en vez de “pintora” porque el término en femenino no le gustaba, le sonaba un poco a “puttana”. Una artista que le habría dado una patada a ese “coleccionista conformista” que, como ella misma confesó haber escuchado decir en una galería: jamás compraría un cuadro de una artista, de una mujer, porque eventualmente abandonaría el arte para formar familia. A pesar de ser rechazada por el coleccionista, Giosetta continúa sin descanso creando arte, creando su propio estilo y medio de expresión.
Feminista, a su estilo porque no forma parte de los movimientos feministas, con todas las dificultades y prejuicios frente a ella, avanza contracorriente. Enfoca su visión artística para narrar lo épico de lo femenino con toques de belleza, glamour y seducción desde el “femminile sul femminile”.
De la experiencia parisina, al lenguaje informal obtenido de Afro, Burri y Scialoja, su profesor en la Academia de Bellas Artes, Giosetta desarrolla una pintura monocromatica colore-non colore con la plata como material protagonista, un sello personal que le da a la imagen la indefinición del recuerdo y la memoria.
Sus representaciones de mujeres estilizadas, delicadas, elegantes y seductoras se transforman en la “respuesta sentimental” a la dimensión antiemocional y a las imágenes impersonales del Pop Art americano. La pintura de Fioroni no es solo una pintura de síntesis, es también de profundidad e inferioridad que busca el soporte de la memoria y el pasado, en el que viven sus diversas personalidades: “los santos y los monstruos” como las define el crítico Giuliano Briganti, con quien hasta el dia de hoy la artista no llega a un acuerdo.
A lo largo de su carrera Giosetta enfrenta sus monstruos, juega con sus santos, indaga el cuerpo y sus metamorfosis. Inicia a experimentar con la cerámica, centrando aún más su enfoque en la figura femenina, con los icónicos vestidos escultura y los bocetos para una insólita “Carmen” en el ’67 para el Teatro Comunal de Bologna, que se transformarán n inspiración para la colección de Valentino en el 2014.
El talento ecléctico y siempre fuera de los esquemas de Giosetta Fioroni, no ha temido jamás enfrentarse a la modernidad, y la ha convertido en una artista clave del 900 italiano.
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